EL PELO.

Vamos a empezar por el pelo. Aunque ya no nos quede mucho, algo se podrá hacer por él.

La mujer madura debe usar el pelo corto. Cubriendo sus orejas o más largo, hasta la mitad de cuello.

Nunca rozando los hombros, ni menos creerse la Lady Godiva.

Debemos aceptar que el pelo largo es un atributo sexual. Que la mujer joven lo use, es propio de su condición sexualmente activa y resulta muy atractivo para el sexo opuesto.

Pero nosotras ya no estamos en edad de hacernos trencitas como la Rapuncel, para izar a algún tipo hasta el dormitorio. En todo momento debemos comprender que nuestras armas han pasado a ser intelectuales más que físicas. Que una personalidad jovial y cultivada es nuestro fuerte. Eso sí, su carta de presentación es nuestra cara y debe lucir siempre cuidada. Si nos vemos feas, nadie se interesará en descubrir lo inteligentes que somos.

Volviendo al pelo. Medianamente corto y siempre tinturado. ¡ Nada de dejarse las canas y parecer una vieja de campo! Nada de decir que las tinturas le provocan alergia o que verse natural es lo elegante...El largo período entre las primeras canas y el pelo níveo es horrible. El pelo rosillo, " salpimentado" , blanco a manchones, grisáseo, etc se ve feo sin remisión. Así es que, amigas, a teñírselo. Elijan el color que quieran, entre rubio platinado y castaño oscuro...Pero ¡ nunca negro como ala de cuervo! Si para más remate son lindas, se van a ver iguales a la madrastra de BlancaNieves. O sea, van a parecer brujas.

Tampoco incurran en la audacia ochentera de teñirlo rojo. Ya esa moda pasó. Fue hace años, cuando todas las chilenas andaban con falda escocesa plisada, botas altas y pelo en llamas... ¿Se acuerdan?

En resumen, el pelo corto y las canas cubiertas.

Si con los años se les pone muy ralo, recién ahí se lo pueden dejar natural, porque a esas alturas, sin duda estará blanco como la nieve. Y ya no les importará que en la fila del supermercado, un mocoso insolente les diga: ¡ Póngase en la fila preferencial, abuelita!